martes, 21 de enero de 2014

Familia Cristiana – Principios Cristianos para una familia de éxito

Sonó el teléfono celular. Seis y cincuenta y siete minutos de la tarde. Las sombras de la noche comenzaban a morir en la ciudad. Leonardo miró la pantalla del aparato para identificar de quién se trataba. Frunció el ceño. Lo pensó por unos instantes que parecieron una eternidad y oprimió la tecla con la que se rechazaba el contacto.
Normal—pesará usted–. Una llamada que alguien no quiere recibir”. Pero, ¡Cuidado! Aún no conoce el contexto, y cuando lo sepa en detalle, sin duda comprenderá la importancia de aquella decisión.
Leonardo es ingeniero industrial. Vive junto con su esposa Rocío y dos pequeños hijos de tres y siete años, respectivamente.
Tuvo un encuentro personal con el Señor Jesucristo hace tres meses, fruto de las oraciones de su cónyuge. Le gustaba ir a la iglesia cada domingo. Los mensajes del pastor le parecían alentadores; sin embargo, las tentaciones propiciadas a través de sus amigos, le llevaban a experimentar incertidumbre.
El viernes tenemos una invitación a un asado en casa de Ricardo—le dijo su compañero de oficina–. La idea no es quedarnos hasta muy tarde. Bastará con bebernos unas cuantas cervezas. Nada más. Lucía, la chica nueva de contabilidad, ¿la recuerdas?, confirmó que irá. Además, ella preguntó si irías. Vamos, anímate.—
Dudó por unos segundos.
Mira, sabes que asisto a la iglesia—argumentó.
Lo se, lo se, Leonardo. Pero mira, James es cristiano y no se pierde una fiesta—le refutó el joven.
La conversación quedó en el aire. Por esa razón, aquella llamada en su teléfono móvil era tan trascendente. Ir o no ir a la reunión marcaba la diferencia.
Esta noche quiero disfrutar tu compañía y la de los niños—le dijo a Rocío. Ella no entendió bien el asunto, así que se encogió de hombros con un gesto picaresco, y lo abrazó enamorada.
¿Queremos familias de éxito?
Construir familias de éxito es posible, no en nuestras fuerzas sino en las de Dios. Hace poco, mientras predicábamos en una zona marginal, al oriente de mi amada Santiago de Cali, me dijo un integrante del  equipo de evangelismo: “Todo ha cambiado desde que le dimos el primer lugar al Señor Jesucristo en nuestra familia. Yo mismo me sorprendo con el cambio que hemos venido experimentando”.
Sí, es posible edificar familias que se levanten en victoria, en las que primen buenas relaciones entre los componentes de la pareja, y en el esquema relacional padres-hijos. ¡Déle el primer lugar a Dios, el lugar que le corresponde,  y vera maravillosos resultados en su vida y la de los componentes de su círculo familiar! Todo, absolutamente todo cambiará.
Un poco más de mil doscientos años antes de Cristo, Josué, el patriarca que encabezó la conquista de Canaán para el pueblo de Israel compartió con el liderazgo unos principios que son fundamentales y que cobran particular vigencia hoy, si queremos hogares de éxito: “Por lo tanto, ahora ustedes entréguense alSeñor y sírvanle fielmente. Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan sólo al Señor. Pero si a ustedes les parece mal servir alSeñor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra”(Josué 24:14, 15, Nueva Versión Internacional)
El pasaje encierra varios principios que le invito a considerar, en el propósito que le asiste de construir una familia de éxito.
1. Entregarse al Señor
Solo cuando el vidrio es sometido a altas temperaturas y expuesto a un proceso de moldeado, puede transformarse en hermosas figuras. De un elemento sencillo, se diseñan verdaderas obras de arte.
Igual ocurre con nuestras familias. Si queremos que se produzcan cambios y se derribe todo muro de disensión, es necesario someternos al obrar del Señor. Por todo esto Josué enfatizó en su instrucción: “…entréguense al Señor… Respetar a Dios es someternos y en una actitud de verdadera entrega, permitirle que obre en nuestro ser.
2. Servir al Señor fielmente
Una familia que se entrega a Dios, es una familia que le sirve, y en consecuencia, recibe enormes bendiciones.
Josué animó a los israelitas y a nosotros hoy, al decir: “…sírvanle fielmente”. Le sugiero que lea de nuevo el texto.  Si usted se identifica conmigo en el anhelo de edificar, con ayuda de Dios, una familia de éxito, encontrará un principio esencial: la sinceridad y lealtad a Dios, toca el corazón de Dios. Él se glorifica en aquellos hogares que le buscan.
Una forma aconsejable de encaminarnos en esa dirección es restableciendo el altar familiar. Meditar en un versículo. Orar juntos por asuntos comunes. Incluso, compartir una buena película.
Josué también les exhortó a deshacerse de todo lo que significa idolatría: “Desháganse de los dioses que sus antepasados adoraron…”. En otras palabras, es quitar de delante de nosotros todo aquello que desplaza a Dios y le roba la honra y gloria que le corresponden.
Con el uso del Internet y el DVD, mis hijos mayores estaban siendo dominados por la pornografía. Hablamos del asunto. Ahora, tras reconocer su error, ellos mismos han pedido que ejerzamos control sobre la utilización de estos instrumentos”, me explicó Andrés, un hermano en la fe que al igual que usted y que yo, desea que haya éxito al interior de su hogar, venciendo dificultades y dando pasos sólidos hacia la construcción de valores y principios.
3. No permitir que le contamine la sociedad
Un chico a quien conocí en una zona marginal al oriente de la ciudad, me decía: “Cuando sea grande quisiera ser como Santiago. Él es muy bravo. Todos lo respetan. Además, usa armas y anda en una motocicleta poderosa.”· El joven al que se refería con tanta admiración era un peligroso pandillero y delincuente de la zona.
Es evidente que el medio que nos rodea ejerce una poderosa influencia en nuestra existencia. Gran parte de lo que pensamos y hacemos se fundamenta en los antivalores prevalentes en la sociedad circundante. Y los más vulnerables son nuestros hijos. Por ese motivo, si queremos edificar familias de éxito, es esencial que cambiemos ese esquema, poniendo freno a los factores negativos que nos influencian.
Josué fue claro al advertirle a los israelitas, y por supuesto, se aplica a nosotros hoy: “Pero si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes a quien van a servir: a los dioses a los cuales sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan”(Josué 24:15 a, Nueva Versión Internacional)
El cine, la música, la televisión, y en general los medios de comunicación, nos afectan negativamente con toda suerte de mensajes agresivos, sensuales, pornográficos y promotores del individualismo. Nos golpea a todos por igual:: a los componentes de la pareja y a nuestros hijos. La decisión de permitirlo o no, es nuestra y nada más que nuestra. ¡Dentro de sus posibilidades, ponga límites sanos a la influencia que reciben usted y su familia a la información que reciben a diario!
4. Decídase por el Señor
Cada quien es dueño de sus propias decisiones. Usted que conoce de Dios, determínese a serle fiel y oriente sus esfuerzos para que la misma actitud se replique en los componentes de su hogar. Es el cimiento para edificar eficazmente familias de éxito. Josué, el gran conquistador, tenía muy claro el valor de las determinaciones cuando declaró: “Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor”(Josué 24:15, Nueva Versión Internacional)
Nuestra sociedad se encuentra abocada a un progresivo deterioro por la carencia de principios y valores. No obstante el curso de los acontecimientos puede cambiar si le damos a Dios el primer lugar en nuestros hogares. Y la decisión parte de usted, que es creyente.
A partir de su determinación, que encuentra un valioso refuerzo en la oración, encontrará que todas las cosas comienzan a cambiar. ¡Decídase por el Señor! Hoy es el día para comenzar una nueva vida.

sábado, 4 de enero de 2014

Nada tiene sentido





Eclesiastés 1:18
La Biblia Nueva Traducción Viviente (NTV)

Estas son las palabras del Maestro, hijo del rey David y gobernante de Jerusalén.

Nada tiene sentido
«Nada tiene sentido —dice el Maestro—, ¡ningún sentido en absoluto!».

¿Qué obtiene la gente con trabajar tanto bajo el sol?. Las generaciones van y vienen, pero la tierra nunca cambia. El sol sale y se pone, y se apresura a dar toda la vuelta para volver a salir. El viento sopla hacia el sur y luego gira hacia el norte. Da vueltas y vueltas soplando en círculos. Los ríos desembocan en el mar, pero el mar nunca se llena. Luego el agua vuelve a los ríos y sale nuevamente al mar. Todo es tan tedioso, imposible de describir. No importa cuánto veamos, nunca quedamos satisfechos. No importa cuánto oigamos, nada nos tiene contentos.

La historia no hace más que repetirse; ya todo se hizo antes. No hay nada realmente nuevo bajo el sol. A veces la gente dice: «¡Esto es algo nuevo!»; pero la verdad es que no lo es, nada es completamente nuevo. Ninguno de nosotros recuerda lo que sucedió en el pasado, y las generaciones futuras tampoco recordarán lo que hacemos ahora.

El Maestro habla sobre la inutilidad de la sabiduría

Yo, el Maestro, fui rey de Israel y viví en Jerusalén.  Me dediqué a buscar el entendimiento y a investigar con sabiduría todo lo que se hacía debajo del cielo. Pronto descubrí que Dios le había dado una existencia trágica al género humano. Observé todo lo que ocurría bajo el sol, y a decir verdad, nada tiene sentido, es como perseguir el viento.

Lo que está mal no puede corregirse; lo que se ha perdido no puede recuperarse.

Me dije: «A ver, soy más sabio que todos los reyes que gobernaron Jerusalén antes que yo. Tengo más sabiduría y conocimiento que cualquiera de ellos». 17 Así que me dispuse a aprender de todo: desde la sabiduría hasta la locura y la insensatez; pero descubrí por experiencia que procurar esas cosas es como perseguir el viento.
Cuanta más sabiduría tengo, mayor es mi desconsuelo; aumentar el conocimiento sólo trae más dolor.

Nota; Eclesiastés 1:1 En hebreo Qohelet; este término se traduce «el Maestro» en todo el libro.

Que dice la Biblia sobre el Arrepentimiento





El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. (Marcos 1:15)

Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. (Marcos 6:12)

Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu.
(Salmos 34:18)

Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.
(Salmos 147:3)

Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more en tu casa la injusticia, entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte, y nada temerás; (Job 11:14,15)

Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá. (Ezequiel 18:21,22)

... Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
(Mateo 9:13)

El Eterno te bendiga

jueves, 2 de enero de 2014

LA MONEDA PERDIDA





Lucas 15:8
¿O qué mujer que tiene diez monedas, si pierde una moneda, no enciende una lámpara, barre la casa y busca con empeño hasta hallarla?
Lucas 15:9
Cuando la haya, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he hallado la moneda que estaba perdida.”
Lucas 15:10
Os digo que del mismo modo hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

La Biblia nos enseña que Dios mando a su hijo a buscar y a salvar lo que se había perdido. El propósito terrenal de Jesús es de revelar el deseo de Dios de salvar para siempre a los perdidos, buscar a los perdidos con el fin de redimirlo es suma importancia para el corazón de Dios. El creyente debe pedir que el Espíritu Santo llene su corazón con un deseo intenso de llevar a los perdidos a la salvación que está en Jesucristo. En aquel día Dios y el cielo se regocijan cuando un solo pecador se arrepiente.

Parábola de la viña



Cantaré a mi amigo la canción de mí amado acerca de su viña: Mi amigo tenía una viña en una fértil ladera.

La había desherbado y despedregado. Luego había plantado en ella vides escogidas. Había edificado en ella una torre y también había labrado un lagar. Esperaba que diese uvas buenas, pero dio uvas silvestres.

“Ahora pues, oh habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, juzgad entre mí y mi viña.
¿Qué más se podía haber hecho por mi viña que yo no haya hecho en ella? ¿Por qué, pues, esperando yo que diese uvas buenas, ha dado uvas silvestres?
Ahora pues, os daré a conocer lo que yo haré a mi viña: Quitaré su cerco, y será consumida; romperé su vallado, y será pisoteada.
La convertiré en una desolación; no será podada ni cultivada. Crecerán espinos y cardos, y mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella.”

Ciertamente la viña de YAHWEH de los Ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su placentero vergel. Esperaba el derecho, y he aquí la vileza; esperaba la justicia, y he aquí el clamor.

Proviene: Antiguo Testamento
Referencia: Libros Proféticos
Libro: Isaías (23:5:1 - 23:5:7)